miércoles, 27 de mayo de 2015

Dinosaurios en el metro...


Estás cansado. Son las siete de la tarde. Sientes tus piernas moverse descompasadas, sin ritmo, a la vez que el peso muerto de tu bolso crece mas y mas mientras cuelga de tus hombros. Sacas los audífonos de tu bolsillo y prendes la música que al fin, resuena fuerte en tus oídos. Intentas evadir la realidad de los bocinazos y la gente histérica que pasa a tu lado mientras le prestas atención a la misma canción una y otra y otra vez.

Bajas la escalera con calma y entras a la estación, tarareando a Coldplay aletargado y aturdido. Cruzas el torniquete casi en acto reflejo y caminas de inmediato en dirección al anden. Todos están igual de cansados. Cansados de trabajar todo un día, todos los días, para recibir solo migajas a fin de mes.  -"No vale la pena"- te dices, mientras metes las manos a los bolsillos vacíos y esperas junto a la linea amarilla a que el próximo tren arribe a la estación.     Tres, cuatro minutos; la misma canción vuelve a repetirse y a lo lejos ves las luces del tren que se acerca.   Sujetas bien tu bolso y te arrimas al resto de personas que solo quieren llegar a su destino sin novedades.

Se detiene. Abre sus puertas frente a tí. Dejas bajar antes de subir.  Entras y "Oh, madre mía". Un par de asientos recién desocupados te espera.  Transpiras helado. Tus piernas llegan a temblar de la emoción; tu columna pide a gritos un poco de descanso. Tus ojos se abren atentos y miran frenéticos lado a lado buscando a aquel que quiere apropiarse de tu lugar. -"Estar desde las nueve de la mañana de pie, sin parar, atendiendo clientes en el maldito retail debería estar penado por ley".

Y de pronto, como un huracán...  Inconfundible el aroma a peluquería, laca barata y colonias Avon. No alcanzas a escuchar el tintineo de sus collares cuando sientes pasar a toda velocidad unos rulos tiesos y te das cuenta que el asiento mas cercano a ti ya se encuentra ocupado por una vieja decrépita que te mira con gesto casi desafiante de arriba hacia abajo.  -"En que momento apareció esta vieja de mierda"- murmuras casi con un dejo de amabilidad y una sonrisa en tus labios.  Haces como que no la ves o no te importa y te sientas a su lado. -"Tengo todo el derecho a sentarme, he pagado mi pasaje"- piensas a la vez que otra vieja idéntica a la primera se acerca peligrosamente a tí y se para a un costado de tu asiento.

-Esta gente que ya no tiene ningún respeto con los viejos... -la señora que va de pie a tu lado comienza a hablar en voz alta mientras tu vuelves a acomodarte los audífonos y pones el volumen al máximo.  Cierras los ojos, al fin, mientras sientes un ligero zumbido con olor a naftalina que proviene de tu lado derecho. De pronto, un par de carterazos te llegan directo al hombro adolorido por el peso del bolso.

-OIGA JOVEN, NO VE QUE SOY ADULTO MAYOR? DEME EL ASIENTO!!

-"¿Qué?"- Abres los ojos sobresaltado y ves que todo el vagón te observa impávido. Miras a tu lado izquierdo y ves a la vieja con rulos de peluquería sentada y moviendo la boca profiriendo palabrotas que no alcanzas a entender. Miras al otro lado y ves de pie a la otra vieja, pasada a naftalina, amenazándote con la cartera para que le des el asiento.

-EN TU CASA NO TE ENSEÑARON MODALES?
-YA TE QUIERO VER CUANDO SEAS VIEJO!
-TU PUEDES IR PARADO, ERES JOVEN!
-ESTOY ENFERMA Y LLENA DE VARICES, NO SABES LO QUE ES ESO?
-¡¡¡¡YO PODRÍA SER TU MADRE, MAL EDUCADO!!!!

Te limpias el hilo de baba que había comenzado a caer en esos treinta segundos de sueño y te sacas los audífonos para poder escuchar mejor lo que decían. La ultima frase te quitó todo el sueño de encima: ¿Ella, tu madre? 

Entonces, la miras con una amplia sonrisa, te acomodas mas en tu asiento  y vuelves a colocarte los audífonos.

Y mientras la música suena, piensas, "¿En que momento llegaron los dinosaurios al metro? Velociraptors de mierda"




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